¿Quien
diría que el dulce actor de "El señor de los Anillos" estaría
representando a un asesino serial completamente enfermo? ¿O de aquel vecino en
"Ya no me siento a gusto en este mundo", cómico e incapaz de
hacerle daño a nadie? Si, estoy hablando de Elijah Wood, su nueva
propuesta y ese acercamiento a nuevos géneros, un cambio de timón totalmente
imprevisto.
Me estoy
refiriendo a Maniac, filmada en 2012, dirigida por el francés Franck Khalfoun (aunque fue una cooproducción entre Estados Unidos y Francia), un
peculiar remake de nombre homónimo, realizado por William Lustig. Considerada
una de las más sangrientas de la década del ochenta, donde la temática slasher
estaba de moda y en su punto más fuerte.
Frank Zito,
nuestro protagonista, es un joven de clase media, rondando los 25 años
aproximadamente. Aparentemente un hombre normal, un poco solitario, callado y
tímido. Propietario de una tienda de maniquíes, el cuál era de su madre, se
dedica a la restauración de los mismo. Eso es todo lo que posee, o lo que
suponemos. Mediante va corriendo la película, nos vamos enterando que guarda
algo más, pensamientos y memorias turbias de una infancia la cual no le tuvo
piedad.
También nos
enteramos que no es tan reservado y pacífico como pensábamos. Era nada más ni
nada menos que un asesino en serie. Pero no uno cualquiera. Un psicópata que
asesina progresivamente a mujeres (un argumento bastante simple y que, por lo
contrario, tanto Khalfoun como Lustig, pudieron sacarle todo el jugo posible).
Existen dos
tipos de asesinos: los desorganizados que suelen ser oportunistas, descuidados
y que asesinan sin esperar la vulnerabilidad de su víctima. O los organizados,
los planificados, los que eligen cuidadosamente a su victima, el momento
específico, el arma homicida y tienen en cuenta el crimen como un proceso de
organización tanto previa como posterior.
Frank
(Elijah Wood), es de los últimos y se muestra en escenas múltiples, como cuando
las espía en la calle con el auto, cuando dice saber dónde vive, elige el
momento en que están solas, en desventaja tanto en número como en otros
factores (el lugar o la ropa que usa, como los tacos). Utiliza siempre un
cuchillo (menos con Lucie, Megan Duffy, que la ahorca) y a todas les extirpa el
cuero cabelludo, llevándoselo a su casa, como en forma de trofeo. Luego, como
si fuera poco, los abrocha en la cabeza de sus maniquíes, vistiéndolos con la
misma ropa de sus víctimas. Una forma demasiado siniestra de darle vida a estos
muñecos, carentes de alma, que poseen esa mirada vacía que no observa nada pero
es testigo de todo.
A veces
nosotros nos paramos a pensar y deseamos comprender la razón o qué cosa motiva
a los asesinos seriales a matar, a cometer actos tan repugnantes y egoístas
como quitarle la vida a otro. Lo que terminamos encontrando, muchas de las
veces, es una polaridad entre la maldad y la alienación mental.
Tratamos de
clasificarlos para parecer que los entendemos, aunque un gran porcentaje, es
todo lo contrario. Los asesinos seriales son aquellos que matan por lo menos en
tres ocasiones con un intervalo de tiempo entre cada asesinato. Son el
resultado de una compulsión con orígenes que suelen provenir de la juventud o
infancia o en desajustes psicopatológicos del asesino.
Un dato
curioso es que el porcentaje de los asesinos seriales concentrados en el país
(EE.UU, Frank es estadounidense) es mayor al que cualquier parte del mundo.
"Un 75% del total de los asesinos seriales reside en Estados Unidos, la
mayoría son hombres".
Basándonos
en la película, estas causas son mayormente debidas a los horribles recuerdos
de su infancia marcada por su madre Angela (America Olivo), quien lo maltrataba
manteniendo relaciones sexuales con dos o más hombres y consumiendo cocaína
frente a él. Una autentica pesadilla. Esa relación amor-odio hacia ella se
plasma profundamente en su obsesión y sus fantasías castradoras.
Para los
psicópatas, los otros son tomados como objetos. El afecto no es parte de ellos
y no logran empatizar con las personas que lo rodean. Caso contrario es cuando
conoce a Anna (Nora Arnezeder), joven y muy talentosa fotógrafa quien queda
fascinada e hipnotizada por los maniquíes de Frank. Ella le encarga algunos y
rápidamente forman una relación amistosa, yendo a comer o al cine. Se puede
observar el lado "humano" de nuestro protagonista, como el amor a su
belleza y personalidad le invaden. Sin embargo, se ve enfrentado a su propia
naturaleza de asesino y demente, ¿Se rinde y la asesina? ¿Le termina sacándole
el cuero cabelludo?
Es
importante decir que estos individuos una vez que comienzan con el acto de
matar, son infrenables y no se detienen, a menos que sean descubiertos y los
reclutan en la penitenciaria, en un hospital neuropsiquiátrico o directamente
se les abalance su propia muerte. Frank termia cediendo a sus impulsos
autodestructivos, enfermos y asesinos no se detiene hasta caer muerto en su
local de antigüedades luego de matar a Anna, su última víctima.
No es de
extrañar ya que este tipo de personas suelen no sentir culpa ni remordimiento.
También se los caracteriza por manipuladores y utilizan a los demás como
objetos de una satisfacción patológica. En la cena entre Frank y Lucie, ella es
quien confiesa que le gustan los manipuladores al ver que él ya había elegido
un vino.
Sus
estallidos de violencia surgen repentinamente, lo cuál les abre las puertas al
sector de maquillaje, peluquería y prótesis, quienes se transforman en
protagonistas absolutos, siempre en colaboración con la más que cuidada
estética del departamento de arte, consiguiendo el objetivo de crear un
planteamiento visual increíble.
Ahora bien
cambiando el punto de nuestro análisis, nos salimos de la oscura trama para
destacar el gran uso del plano subjetivo, aquel donde tan solo vemos lo que el
protagonista ve, y son esos momentos donde se gana intensidad. Y al estar
presente ese tipo de plano en casi toda la película, hay una intensidad
constante, esa cosa que no te hace sacar tu vista de la pantalla. Algunas veces
aparecen escenas en tercera persona, la mayoría son los recuerdos o partes cuando
está con Anna. Luego, los únicos momentos en donde vemos la cara de Frank es
cuando algún que otro vidrio nos permite ver su reflejo, aunque igualmente son
demasiado escasos. Sólo allí somos capaces de ver su azulada y penetrante
mirada.
Este plano aporta cosas que una puesta en escena más común y corriente no habría podido aportar como la focalización interna del protagonista la cual somos testigos excepcionales. En otras palabras, es la mismísima visión del personaje interpretado por Elijah Wood mostrándonos su mundo interior. La mezcla entre la fantasía y la realidad y su aparición de sus alucinaciones.
Además, no
es gracias a la perfecta decisión de utilizar este plano, sino también gracias
la fotografía (Maxime Alexandre) donde nos muestra una perturbada y turbia
realidad, llena de mareos, una borrachera de colores y un juego de los mismos
(especialmente el fucsia y el lila), distorsionados, enseñándonos un conjunto
de efectos visuales y edición que juegan con nuestra visión, con el objetivo de
representar desde dolores de cabeza agudos hasta simplemente una esquizofrenia
indomable y enfermiza.
En esta
película somos los ojos de Frank, notamos fácilmente su respiración
entrecortada, sus movimientos (especialmente el de las manos) y su ambición y locura
por tenerlas siempre limpias. Somos los mismos asesinos, y en parte es como si
nos pusieran en su lugar, su cuerpo. Y es que sinceramente es imposible ponerse
en su lugar, refiriéndome tanto a sus asesinatos a sangre fría como a su crudo
y muy desmerecido pasado.
Algunos cuestionaban y se preguntaban si Elijah Wood estaría a la altura de la magnifica y brillante actuación de Joe Spinelli en la película original, a lo que él, se asienta firmemente en tierra y responde correctamente. Y no piensen que él queda como personaje secundario causa del plano sino que todo lo contrario. Su ausencia hace que nosotros como espectador, recibiéramos más información que si estuviera filmada en tercera persona: sus palabras, el nerviosismo de su tono de voz, todo. Ese conjunto de efectos visuales, actuaciones en plano subjetivo, la fotografía, el gore excesivo necesario y acorde al titulo de dicha obra, un gran homenaje a una película que se merecía uno desde hacía tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario