Una banda
de punk buscando migajas en un suelo casi desértico, pero, luego de un par de
conciertos mal pagos, encuentran su oasis: un bar neonazi con un par de
skinheads furiosos y demasiado peligrosos, alejados de la civilización, en los
bosques de Oregon. Su salvación o mejor dicho, el destino de sus vidas, el pie
de la película. Esta banda llamada Ain´t Rights, está compuesta por Pat (Anton Yelchin), Sam (Alia Shawkat), Reece (Joe Cole), y Tiger (Callum Turner) son
algunos de los personajes que aparecen en esta película llena de perros asesinos y villanos despiadados.
Quizá fue
mala suerte, azar, o quién sabe qué. El caso es que al entrar en su cuarto,
había ocurrido un asesinato. Alguien muerto. Y el problema era que nadie sabía
quién había sido. Razón por la cuál, no podían dejar salir a nadie, para que no
propague la noticia. Testigos de una desgracia que no podía ser descubierta,
encerrados en una habitación. Imposible tener más suerte y estar en una mejor
posición que la del dueño, Darcy (Patrick Stewart).
Él era el
dueño de dicha propiedad y un líder que poco a poco se da a conocer. El típico
"Fuhrer" de la Alemania nazi de Hitler. Las ideologías que compartían
los que concurrían al sitio, las banderas y dibujos característicos con la
Esvástica, el rol de jefe y la obediencia de los otros. Cuidado, no estoy
hablando de la relación jefe-trabajador, sino de la relación líder-seguidor. Y
esto se ve claramente cuando le entrega a un empleador llamado Gabe (Macon Blair), unos cordones rojos, una señal de que entró en el grupo y se ganó
su confianza. Los seguidores al igual que pasó en Alemania (también se puede
ver en la película "La Ola"), tienen un sentimiento de
pertenencia al estar en contacto con un grupo. En un momento de la película
mencionan un curso o clases con el objetivo de formar un grupo, siempre
enfocándose en la necesidad de que sus seguidores se sientan cómodos, cómo en
su propia casa.
La fama de
su anterior y segunda película, Blue Ruin fue factor de conseguir un
mejor elenco en esta tercera película llena de tensiones, violencia de todo
tipo y supervivencia en modo extremo. Contó con Patrick Stewart con una
faceta completamente distinta al ilustrado y pacifico Dr Charles Xavier en
X-Men, Imogen Poots con una actuación un poco débil en Need for Speed
donde en esta película quedó mejor parada. También, para aquellos que vieron
"Blue Ruin", reconocerán el famoso rostro de Gabe, Macon Blair,
también actor y director de "Ya no me siento a gusto en este mundo".
Lo que me
gustaría enfatizar es el importante papel que cumple Patrick Stewart
que, a pesar de haber estado tan solo dos semanas en el set, fue fundamental en
la trama y desarrollo de la película. "Nos dimos cuenta de que le tocaba
hacer casi todas sus escenas con Macon Blair, mi mejor amigo de la
escuela, quien protagonizó ‘Blue Ruin’", retomó Saulnier. "Hay
una escena en la que cruza el club mientras toca una banda de death metal, y
eso fue completamente surrealista; para mí, fue como cumplir una deuda con lo
que yo mismo era a los 19 años, cuando me la pasaba yendo a conciertos. ‘Blue
Ruin’ se conectaba más con mis gustos actuales, pero esto es algo que dejé
de lado hace veinte años, y estoy feliz de haber rebuscado en ese pasado antes
de seguir adelante con lo que venga".
Gracias a
su anterior película, por cierto, ganadora del premio Fipresci en 2013 en Cannespudo, pudo haber hecho una con
un presupuesto mucho más alto. "Había opciones. Pero preferí alejarme de
ello y tratar de ir poco a poco. Temía ser absorbido demasiado pronto por el
sistema". Igualmente, eligió actores que pudieron representar bien su
parte. Y pudo demostrar que no hace falta invertir mucho para estar a la altura
de los grandes: 5 millones de dólares en "Green Room" y apenas
420.000 USD por el lado de Blue Ruin. Con buenas ideas, una trama interesante y
con ángulos atrapantes, acá esta Jeremy Saulnier, una revelación en lo que a
cine se refiere.
Se nos
brinda un guión y una trama sencilla, sin cambios bruscos ni dramaticos, donde
cada vez se hace más tensa y complicada la historia. "Nunca me han gustado
las tramas retorcidas, llenas de ramificaciones; prefiero las historias
sencillas que evolucionan orgánicamente".
La
habilidad que tiene este director de mantener a la mayoría de su público
sentado, sin mover un musculo y con los ojos, y el crazón, enfocados sola y
únicamente en la pantalla es algo digno de admirar. La poca, y mucha, atención
que le ponemos a los minutos, al reloj de la película en sí. No queremos que se
termine, pero tampoco queremos que nuestros protagonistas terminen asesinados.
Y lo que
pude observar mientras los minutos de la película iban caminando tranquilos
mientras los personajes estaban al borde de la muerte, era la importancia que
se le da a la habitación, indirectamente. "Green room", un lugar
donde hay que salir, pero si las cosas se vuelven complicadas o insostenibles,
habría que volver. Era donde estaban encerrados, pero también su protección, su
búnker personal. Y resulta curioso que esa misteriosa claustrofobia inversa sea
su posible escapatoria.
El director
no solo contaba con la buena compañía de Patrick Stewart, Anton Yelchin y
compañía, sino que también con un director de arte para chuparse los dedos:
Benjamin Hayden. Y es que si no vieron los detalles con los que se esforzó en
conseguir diseñar las paredes del bar, la habitación y la camioneta, permítame
decirle que usted está completamente ciego. Es el que le da a la película el
tono de suspenso, de terror, de miedo. Obviamente acompañado con la banda de
los hermanos Brooke Blair y Will Blair, apropiándose además, del soundtrack de
Ya no me siento a gusto en este mundo, Crimenes menores, Blue Ruin, Wheelman,
entre otras.
Un tema
interesante es el papel que cumple cada actor, completamente único pero que,
salvo Darcy, no hay nadie destacado en la cinta. Es el merito total de Saulnier
de crear personajes que, en su conjunto, tengan fuerza coral y que, cada uno
por su parte, se defienda y sobreviva con lo que tenga y pueda.
Otro de los
asuntos a recalcar del fantástico estadounidense de cuarenta y un años es el
control de la cámara en espacios demasiado reducidos como lo es "la
habitación verde". La facilidad con que nos atrae a sus tomas, con
ángulos infaliblemente indiscutidos, los cuales la hacen amplia desde distintas
perspectivas. Nos muestra, una vez más, su talento hacia este bello arte, ya
sea contando y narrando la historia como guionista o como también el buen uso
que tiene sobre la cámara, una buena combinación con Sean Porter, el
director de fotografía de dicha película. Por otra parte hay un gran trabajo
del coloren lo que a edición respecta. Mientras Blue Ruin es una película azul,
Green Room es una película verde, desde el entorno natural hasta el vestuario,
el cielo y la piel expuesta a la luces del encierro.
Uno de los
únicos puntos donde se le puede discutir a la película fue la falta de
información que obtenemos de los personajes. Apenas hay lugar para desarrollar
a los protagonistas, los cuales el director trata de que generen la empatía
justa en el espectador. Mientras que, por el lado de los villanos, hay mayor
detalle. Tienen que justificar sus reacciones y pensamientos, y mostrar
indirectamente su grupo tan organizado, basado en cordones rojos.
Por otra
parte, resulta haber momentos absurdos dispersos a lo largo de la película.
Algunas de estas incoherencias, a simple vista no parecen causar mucho revuelo,
pero luego al analizar la trama, aparecen dichas situaciones a flote. ¿Para qué
los encierran en la habitación con un vigilante y le dan una pistola, que juego
psicológico es este? ¿Por qué no arrasan con la habitación? ¿Por qué Pat tiene
una mano cortada por la muñeca, y no parece sufrir con ello? ¿Se la pega con
cinta y ya está? El modo en que uno de los malos se une a los buenos de una
forma tan rápida, brusca y sin muchas explicaciones. Puede que el thriller y
las partes de suspenso distraigan al espectador de estas incoherencias pero, si
se ponen a pensar un poco a fondo y a analizar la película, se darán cuenta de
que algunas partes no tienen el más mínimo sentido.
En fin, un
filme rabioso, salvaje y gracioso, con el cual nos podemos regocijar con su
mezcla de gore explicito, la violencia desenfrenada, con un punk a todo volumen
y una exquisita habilidad de agarrarnos con la guardia baja y echarnos todo
este cóctel de trasgresión para dejarnos boquiabiertos y sin respiración.
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