El espectáculo de la transformación
¿Hasta
donde llegaría un hombre desesperado? ¿Uno que lo despidieron del trabajo, que
colecciona deudas y que está a punto de casarse? 13 Sins, o su traducción 13
pecados, es una de aquellas películas donde nos muestra la oscuridad del ser
humano y cómo el dinero nos transforma completamente.
A simple
vista, suele engañar. Es de terror pero al mismo tiempo no, un terror tal vez
un tanto psicológico, con mucho suspenso y humor negro. No hay screamers para
nada, aunque sí hay un poco de sangre. Tampoco no se menciona en ningun momento
ninguna religión (salvo una iglesia hindú) pero nada tiene que ver con la
Biblia y los siete pecados capitales.
Remake de
una película tailandesa, portadora de muchos nombres tales como "13 Beloved", "13 Game Sayawng" o "13: Game of Death",
filmada en 2006 y dirigida por Chookiat Sakveerakul fue la base de este
thriller estadounidense. 13 Sins, cuyo director (Daniel Stamm) cobró
importancia tras dar riendas a "El último exorcista". Protagonizada
por Mark Webber (Green Room) y Devon Graye (Ya no me siento a gusto en este mundo), su trama es demasiado parecida a "Apuestas
perversas", girando siempre con el mismo incógnito: ¿hasta qué punto
llegamos con tal de conseguir dinero?.
Desde matar
una mosca y comérsela hasta quién sabe cuales serán los siguientes desafíos. Y
ese suspenso es lo que logra satisfactoriamente la película, tener curiosidad
por el próximo "pecado" y cómo lo llevará a cabo el protagonista, una
persona tan manipulable que termina siendo marioneta de una organización
desconocida, de la cuál no tiene ni idea de su origen.
Elliot no
puede estar en una peor situación, acumulando deudas a más no poder. Tras ser
despedido de su trabajo, está por casarse con su novia embarazada, aparte de
cuidar a su hermano discapacitado mentalmente y a su padre desalojado. Pero una
llamada misteriosa puede cambiar el rumbo y futuro de su vida, al informarle
que si cumple exitosamente 13, se le otorgará una cantidad millonaria en su
cuenta bancaria.
En mi
opinión, Mark Webber se carga la película al hombro, al no haber muchos
personajes que destaquen en sus actuaciones. Quitando al fabuloso detective
Chilcoat (Ron Perlman), sospechando de que Elliot un demente cualquiera y
tomando en cuenta de que puede que haya algo más allá de sus límites.
Un problema
que tuvo la película fue la temática en sí. No se decidió si enfocarse en el
comportamiento humano ante este tipo de situaciones y ser una película
"seria", o ser una burla de la historia y del género en sí. Agregando
además algunos momentos donde parecía que los extra o el resto de las personas
no se daban cuenta de nada de lo que pasaba. Uno de los desafíos, donde tomaba
té con un muerto. Ni la policía ni la moza se enteraron, algo medio
inverosímil. En esta escena aparece un error de grabación, cuando el muerto
pasa de estar con la cabeza gacha a tenerla erguida. Fuera de eso, nada más de
qué preocuparse. Y sobre la trama no hablo más, porque estaré cometiendo otro
pecado.
Stamm, el
director, consigue el objetivo de lograr buenos climas y momentos de tensión a
lo largo de la película, haciéndola más divertida y emocionante, a pesar de
contar con un guión un tanto pobre, evitando sacarle el jugo a una historia tan
perversamente atractiva, aunque no tan novedosa. Algunos cambios en la trama
que sin ser una maravilla del mundo, logran impresionar y sobresaltar al
espectador. No se dejen engañar por su poca fama, es muy recomendable, aunque
no aptos para impresionables.
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